El desarrollo de diversos elementos tecnológicos -como Internet- o la aparición de dispositivos móviles -tales como tablets, smartphones u ordenadores portátiles, entre otros- han dado lugar a nuevos hábitos de consumo audiovisuales.

Especialmente los jóvenes, están generando una nueva demanda que ha permitido la existencia de nuevas iniciativas empresariales, tanto en el mundo de los medios de comunicación como en el caso de la industria del cine. Pero, ¿son realmente rentables?

En las dos últimas décadas, cuando se han producido estas innovaciones tecnológicas, las vías de explotación cinematográficas han cambiado y, por tanto, las formas de consumo online de series y películas.

El espectador tiene la posibilidad de ver sus filmes favoritos en casa, a través de Internet, pagando una cuota mensual que no supera los 15 euros al mes. A raíz del auge de estas formas de consumo, han surgido diversas plataformas distribuidoras de contenidos como Netflix, pionera en Estados Unidos y recién llegada a nuestro país, o el caso de la española Filmin.

Sin embargo, esta nueva forma de negocio cinematográfico genera un problema: ¿es realmente rentable el cine digital?