Introducción

El desarrollo de diversos elementos tecnológicos -como Internet- o la aparición de dispositivos móviles -tales como tablets, smartphones u ordenadores portátiles, entre otros- han dado lugar a nuevos hábitos de consumo audiovisuales. Especialmente los jóvenes, están generando una nueva demanda que ha permitido la existencia de nuevas iniciativas empresariales, tanto en el mundo de los medios de comunicación como en el caso de la industria del cine.

En las dos últimas décadas, cuando se han producido estas innovaciones tecnológicas, las vías de explotación cinematográficas han cambiado y, por tanto, las formas de consumo online de series y películas.

El espectador tiene la posibilidad de ver sus filmes favoritos en casa, a través de Internet, pagando una cuota mensual que no supera los 15 euros al mes. A raíz del auge de estas formas de consumo, han surgido diversas plataformas distribuidoras de contenidos como Netflix, pionera en Estados Unidos y recién llegada a nuestro país, o el caso de la española Filmin.

Sin embargo, esta nueva forma de negocio cinematográfico genera un problema: ¿es realmente rentable el cine digital? Es precisamente esta pregunta la que se tratará de responder mediante esta investigación.

Para ello, se hará un breve recorrido por la historia del cine con el objetivo de entender cómo han surgido estas nuevas formas de negocio que han dado lugar a nuevas formas de distribución de contenido audiovisual. Además, analizaremos empresas pioneras del cine digital y online, como Netflix o Filmin, para ahondar sobre el tema y averiguar si realmente estas plataformas legales son rentables en España. En este sentido, veremos si en nuestro país el desarrollo de esta nuevas industria cinematográfica se está consolidando o si, por el contrario, existe un rechazo a experimentar nuevas y actualizadas alternativas a las experimentadas hasta el momento.

Breve historia del cine

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Los hermanos Lumiére

El cine nació en Europa, concretamente en Francia y de la mano de los hermanos Lumiére, quienes pusieron en marcha un nuevo medio de comunicación que creó una gran revolución en la sociedad de aquellas época. La primera presentación tuvo lugar en  1895, en París, y consistió en una serie de imágenes documentales, de las cuales se recuerdan aquellas en la que aparecen los trabajadores de una fábrica y la de un tren que parecía abalanzarse sobre los espectadores. Ante estas curiosas imágenes las personas reaccionaron con un instintivo pavor, creyendo que el tren los atropellaría, pero a la vez con curiosidad por saber qué les ocurriría a los empleados de aquella antigua fábrica.

A través de un aparado llamado cinematógrafo, los hermanos Lumiére consiguieron grabar imágenes en movimiento que, aunque sin sonido, supusieron un gran impacto social.

El desarrollo del cine fue rápido y pronto llegó hasta Estados Unidos, donde tuvo un éxito arrollador. Los principales estudios de cine se implantaron en Hollywood, donde se entendía el cine más por ser un gran negocio que como un arte. Por ello, no sólo interesaba financiar las películas, sino también controlar los medios de distribución y hacer llegar sus propias películas a las salas de cine.

Con el tiempo, el sonido se incorporó a la imagen cinematográfica, de la misma forma que lo hizo el color y la aparición de nuevos géneros. El cine se convirtió así en una de las principales actividades de ocio de las personas.

Las nuevas tecnologías también se han implantado en el cine. El ordenador ha cambiado el cine para siempre y ha propiciado que los antiguos efectos especiales a base de maquetas y sobreimpresiones pasaron a ser desarrollados mediante computadoras. La primera película con efectos digitales fue Tron, pero desde ahí el desarrollo fue fulminante.

El siguiente paso, fue el desafío que produjo Internet para los grandes estudios, que tenían las posibilidad de hacer crecer la capacidad de almacenaje en discos duros y portátiles, lo que llevó por primera vez a que se pudiera reproducir una película íntegra virtualmente y, lo más importante, sin pérdida en la calidad de las imágenes.

Esto ha ocasionado que realizadores independientes hayan optado por el cine digital, grabando sus películas y editándolas en su ordenador para, una vez superado este proceso, distribuirlas únicamente a través de Intenet, en plataformas como YouTube o Vimeo.

Nuevos modelos de negocio de distribución audiovisual

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Clásica sala de cine

El modelo tradicional de las grandes producciones cinematográficas, que consistía en controlar la producción, la distribución y la exhibición de un film, se ha mantenido hasta el desarrollo de ciertos elementos tecnológicos que han surgido durante el siglo XXI. Como hemos dicho anteriormente, este hecho ha provocado que se produzcan nuevos hábitos de consumo audiovisuales, en especial entre la población más joven.

A día de hoy, podemos decir que existe un nuevo modelo de negocio de distribución, que viene dado por la menor asistencia a las salas de cines tradicionales.

Para estudiar este cambio es necesario conocer el mercado del cine español en los últimos años. Según los últimos datos aportados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte referentes al pasado año 2014, la asistencia al cine ha disminuido considerablemente. Esta fuente indica que el pasado año la recaudación total de los largometrajes exhibidos fue de unos 518 millones de euros, una cifra inferior si se tiene en cuenta la registrada en el 2011, cuando la recaudación total giraba en torno a los 636 millones de euros.

También han sufrido descensos el número de salas de cine en España. En el 2014 se registraron 710 cines, con 3.700 pantallas; mientras que en el 2011 había 876 cines, lo que se traducía en 4.044 pantallas.

En Estados Unidos, país referente en la industria del cine, también han sufrido descensos. Según un estudio publicado por THR, la cifra de espectadores cayó al mínimo en 2014. En total, se vendieron 1,26 millones de entradas en 2014, la cifra más baja desde el año 1995, y que supone un descenso del 6% con respecto al 2013.

No obstante, estos datos tan bajos que se han registrado en los últimos años no demuestran que los contenidos audiovisuales estén perdiendo interés, sino que se han creado nuevas formas de consumo. Ahora los más jóvenes prefieren ver sus películas favoritas en sus dispositivos móviles, en sus tabletas u ordenadores portátiles, lo que les permite consumir los contenidos cuándo quieren y dónde quieren. Además, este tipo de plataformas on-line permiten a los suscriptores pagar una cuantía económica para acceder a su catálogo, asequible para el público más joven que ve un ahorro con este tipo de consumo de cultura.

Este consumo, mucho más individualizado y desde el sofá de casa, ha surgido a raíz del desarrollo de las nuevas tecnologías. Esto no quiere decir que las salas de cine hayan desaparecido por completo, pues según resultados del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en su encuesta sobre ‘Hábitos y Prácticas Culturas en España’, «el cine se mantiene como el espectáculo con más adeptos» y es, junto con la música y la lectura, la actividad cultural más atractiva para la población española.

La piratería audiovisual

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DVD’s piratadas

El mayor enemigo de estas plataformas legales online -y del cine en general- continúa siendo la piratería audiovisual, un hábito que parece estar muy implantado en la sociedad española.

La ventaja de poder ver contenidos a través de internet de forma gratuita sigue siendo la preferencia de los consumidores españoles que prefieren, en su mayoría, disfrutar de contenidos a coste cero. Aunque este tipo de plataformas online legales -como es el caso de Netflix– sean bastante económicas y tengan una tarifa mensual muy asequible, lo cierto es que lo gratuito gana en España.

Ni siquiera las nuevas leyes que luchan contra la piratería han sido capaces de reducir este hábito cada vez más presente y que tanto perjudica a la industria cinematográfica.

Los datos aportados por el Observatorio de piratería y hábitos de consumo digitales’, realizado por la consultora independiente Gfk, el perjuicio económico causado por la piratería entre 2012 y 2014 suma un acumulado de 54.601 millones de euros en valor de los contenidos pirateados. Esto ha impedido que el Estado ingrese unos 1.648 millones de euros en impuestos durante los últimos años.

Esta misma fuente, indica que durante el pasado año sólo el 40% de todos los accesos a contenidos se realizaron de forma legal, mientras que el porcentaje de consumidores que accedió ilegalmente a contenidos en Internet subió un 58%.

De esta forma, en el 2015 se registraron un total de 4.455 millones accesos ilegales a contenidos digitales, lo que supone un valor de mercado de 23.265 millones de euros tal y como refleja el estudio.

De todos los tipos de contenidos digitales que se vieron de forma ilegal, las películas encabezan la lista con un 38% de las descargas, seguido por la música y las series. En concreto, el volumen de películas que se vieron a través de Internet de manera ilegal ascendió a los 877 millones, es decir, su valor de mercado se calcula en 6.139 millones de euros. Sólo el 9% de los usuarios accede de forma legal a las películas digitales, mientras que el uso ilegal, dado principalmente por jóvenes de entre 16 y 34 años, se situó en el 36%.

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Gráfico ‘Observatorio de piratería y hábitos de consumo digitales’ Fuente: consultora Gfk

Así pues, la piratería es la gran amenaza y competencia de las nuevas formas de negocios legales que están surgiendo en torno al mundo del cine.

La situación del cine en España, en números

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Infografía. Fuente: elaboración propia